Tradicionalmente las ciencias odontológicas han sido adentradas en el campo de las Ciencias de la Salud; pero se han considerado relegadas por la sociedad al estudio específico de sólo un área del cuerpo humano sin mayores implicaciones, reconocido como ciencia desligada a la medicina mucho después, pero no ampliamente vinculante según el entendimiento de los indoctos de la materia, e incluso de algunos odontólogos de limitada visión. Sin embargo, modernamente la odontología ha reivindicado su postura, determinándose de vital importancia para la salud integral del individuo. En tal sentido, su pertenencia al campo de la Salud requiere en primer caso, referir la complejidad de definir el término “salud”, ya que siendo este un concepto tan amplio y tan intrínseco al ser humano, merece una mención previa.
Como se ha referido anteriormente, la salud implica una estrecha relación con el hombre, y éste último es un ser vivo cuya naturaleza social ha determinado su constante modificación de esquemas de sobrevivencia y desarrollo. En este sentido, comprende una noción indiscutiblemente ligada a la realidad del individuo, por lo cual a la par de la transformación social que el ser humano vive día tras día, todos los elementos que le son intrínsecos se modifican para coexistir con su nuevo modelo racional y conductual. De lo anterior, se desprenden las constantes variaciones que la salud ha recibido al pasar de los años, aunque gozando siempre de un reconocimiento preeminente ya que de ella depende el bienestar individual y por extensión del colectivo o comunidad, aunque esta última consideración llegó mucho después a través de las diferentes culturas y periodos históricos.
Ahora bien, clásicamente la salud llegó a definirse como un “estado de producción favorable”, o incluso se hablaba de “funcionalidad biológica óptima”, más adelante como “ausencia de enfermedad”, sin embargo, conforme el individuo avanza en los diferentes estados filosóficos que lo hacen consciente de su integralidad, estos conceptos se quedan en el pasado y requiere de una noción que pueda combinar los elementos necesarios para determinar el estado de plenitud que caracteriza la salud del ser humano; en este sentido, empieza a entender el individuo que ese bienestar sólo es posible cuando se encuentra en una situación de equilibrio respecto a todos los factores que pueden afectarle, en tal caso, la equivalencia solo será posible si se consideran al menos dos elementos entre los cuales centrar el balance, y es en este punto cuando se genera la plena convicción de que la salud no puede separarse de su antagónico directo: la enfermedad. De tal forma, las distintas opiniones de los estudiosos de la materia apuntan a que estos aspectos constituyen dos perspectivas del mismo ángulo, por lo cual es necesario considerar ambos para determinar cuándo puede hablarse realmente de un estado saludable.
En esta línea argumentativa, cabe considerar el sujeto sobre el cual recae el estado que se estudia, por lo cual se aplica al campo de la raza humana: el individuo; y su conformación natural: la sociedad. El ser humano es por naturaleza un espécimen social y sus modificaciones son resultados de factores internos y externos; por supuesto, a través de los diferentes procesos físicos, racionales, espirituales y sociales se han determinado factores que poseen mayor influencia que otros. Por lo tanto, la sociedad como aquel conjunto de individuos que se encuentra bajo un esquema organizacional definido orientado a la satisfacción de sus necesidades grupales, se ve afectado por factores que determinan su tendencia y equilibrio.
En esta línea argumentativa, cabe considerar el sujeto sobre el cual recae el estado que se estudia, por lo cual se aplica al campo de la raza humana: el individuo; y su conformación natural: la sociedad. El ser humano es por naturaleza un espécimen social y sus modificaciones son resultados de factores internos y externos; por supuesto, a través de los diferentes procesos físicos, racionales, espirituales y sociales se han determinado factores que poseen mayor influencia que otros. Por lo tanto, la sociedad como aquel conjunto de individuos que se encuentra bajo un esquema organizacional definido orientado a la satisfacción de sus necesidades grupales, se ve afectado por factores que determinan su tendencia y equilibrio.
Dentro de este orden de ideas, ha de entenderse como equilibrio el estado en que el individuo goza de sus facultades y características físicas, psíquicas, emocionales y sociales con plenitud. De tal forma, la armonía entre estos ámbitos de referencia se determinan mediante la presencia de algunos factores que intervienen en ese equilibrio y que pueden diferenciarse en dos niveles: internos, aquellos propios del individuo tales como la genética que establece la predisposición del individuo a los factores externos, siendo estos últimos, aquellos influenciados por el entorno tales como: contaminación, desempleo, condiciones de vivienda, entre otros. Esta clasificación encierra múltiples factores que han servido para el estudio del individuo y el colectivo.
En base a las anteriores consideraciones, se destaca el estudio de los factores que pueden alterar ese estado de bienestar, comúnmente denominados factores de riesgo o determinantes sociales de la salud dentro de los cuales se consideran variables inherentes al equilibrio en el individuo que determinará su estado de salud o enfermedad, algunos de ellas son: Estrés (psíquicas), Físicas (contaminación), Químicas (exposición a sustancias perjudiciales), Espirituales o emocionales (Situaciones amorosas, familiares, laborales, religiosas), o biológicas (bacterias, virus, genéticos, congénitos). De tal forma, se evidencia la característica holística del binomio salud-enfermedad, siendo este increíblemente amplio en cuanto a los factores que determinan su equilibrio, pudiendo verse afectado por elementos tan gregarios como la política hasta otras tan íntimos como la moral o el sexo.
Ahora bien, ya que en términos generales la salud implica el bienestar, debe considerarse en este sentido la necesidad de la integralidad de la odontología como determinante en los factores de riesgo que afectan el binomio Salud-Enfermedad. En tal sentido, el odontólogo debe comprender que su profesión está ligada inexorablemente a la “salud” del paciente, por lo cual este debe procurarla, aunque ello implique ir más allá del tratamiento de las afecciones bucales fácilmente apreciables. El ser humano comprende una obra tan compleja de la naturaleza, que todos sus estados (físicos, psíquicos, emocionales y sociales) se encuentran delicadamente conectados, de allí que la reacción del ser humano sea difícilmente predecible y no pueda aplicarse una relación causa-efecto tácita, como en las ciencias exactas. En tal sentido, el profesional de la salud, especialmente el odontólogo, debe poseer esa capacidad de coordinarse con todos los estados del paciente para poder brindarle una atención integral, que garantice en última instancia su salud, para lo cual muchas veces deberá contar con el apoyo de otros profesionales del campo de la salud o incluso de otra área social, con el fin de garantizar el bienestar de su paciente y en suma del colectivo.
En base a las anteriores consideraciones, se destaca el estudio de los factores que pueden alterar ese estado de bienestar, comúnmente denominados factores de riesgo o determinantes sociales de la salud dentro de los cuales se consideran variables inherentes al equilibrio en el individuo que determinará su estado de salud o enfermedad, algunos de ellas son: Estrés (psíquicas), Físicas (contaminación), Químicas (exposición a sustancias perjudiciales), Espirituales o emocionales (Situaciones amorosas, familiares, laborales, religiosas), o biológicas (bacterias, virus, genéticos, congénitos). De tal forma, se evidencia la característica holística del binomio salud-enfermedad, siendo este increíblemente amplio en cuanto a los factores que determinan su equilibrio, pudiendo verse afectado por elementos tan gregarios como la política hasta otras tan íntimos como la moral o el sexo.
Ahora bien, ya que en términos generales la salud implica el bienestar, debe considerarse en este sentido la necesidad de la integralidad de la odontología como determinante en los factores de riesgo que afectan el binomio Salud-Enfermedad. En tal sentido, el odontólogo debe comprender que su profesión está ligada inexorablemente a la “salud” del paciente, por lo cual este debe procurarla, aunque ello implique ir más allá del tratamiento de las afecciones bucales fácilmente apreciables. El ser humano comprende una obra tan compleja de la naturaleza, que todos sus estados (físicos, psíquicos, emocionales y sociales) se encuentran delicadamente conectados, de allí que la reacción del ser humano sea difícilmente predecible y no pueda aplicarse una relación causa-efecto tácita, como en las ciencias exactas. En tal sentido, el profesional de la salud, especialmente el odontólogo, debe poseer esa capacidad de coordinarse con todos los estados del paciente para poder brindarle una atención integral, que garantice en última instancia su salud, para lo cual muchas veces deberá contar con el apoyo de otros profesionales del campo de la salud o incluso de otra área social, con el fin de garantizar el bienestar de su paciente y en suma del colectivo.
En esta línea argumentativa, la odontología posee múltiples aplicaciones que se proyectan siempre en beneficio del individuo y la sociedad, por lo cual resulta decepcionante al ejercicio de la profesión que el general de las personas delimiten su campo de acción a dientes y boca, cuando su alcance determina un gran número de posibilidades sólo en lo que respecta a componentes anatómicos de estudio (lengua, encía, músculos, venas, ganglios, entre otros), sin mencionar las diferentes especialidades que constituyen materia de la carrera (endodoncia, periodoncia, patología bucal, imagenología, cirugía maxilofacial e incluso odontología legal y forense). De lo anterior, puede apreciarse que el odontólogo es un profesional integral cuya proyección es compatible con cualquier campo, y cuya práctica responsable determina en buena medida la salud comunitaria de la población, ya que como se ha determinado previamente la odontología posee altas repercusiones en el proceso salud – enfermedad. Por lo tanto, el odontólogo integral lejos de ver su profesión como un mero medio de lucro que le proporcione una posición social, deberá considerar su profesión con vocación de servicio, determinando estrategias y mecanismos que le permitan desarrollar su profesión como una aporte al entorno social en el que vive.
Carla García Z. (2013)
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